Osone Atsuko es una trabajadora anónima de los 600 empleados que Canon emplea en su planta de Torida, a 40 kilómetros de Tokio. Ella puede ser perfectamente quien haya montado pieza a pieza la gran fotocopiadora, que escanea y envía faxes todos los días en su oficina. Le han hecho falta sólo dos horas y media para encajar las 3.100 piezas y completar los 600 procesos para montar ese equipo. Antes ha tenido pasar por un completo proceso de formación, que ha incluido conocer hasta 10 tomos de especificaciones técnicas y un examen oficial del gobierno japonés, "que fue el más duro de aprobar", según reconoce.
Atsuko, que no tiene 40 años y lleva 21 trabajando para Canon, personaliza el modelo de producción que quiere defender la empresa japonesa, aún en tiempos de crisis.
Este sistema se introdujo en 1998 y vino a sustituir a las cadenas de producción por la producción por "unidades", siguiendo la estala de otras compañías como Sony, que demostraron que hacer a cada trabajador responsable del producto es más eficiente que convertirles en robots humanos que atornillan piezas de manera mecánica. Sólo pasan 3 días desde que la planta de Torida recibe un pedido de Europa y lo deja listo para su distribución. Y cada trabajador puede hacer sus propuestas para mejorar el sistema de producción que evoluciona constantemente en busca de la mayor eficacia de los costes.
"Los costes en Japón son 10 veces más caros que en China, pero la velocidad y la eficacia son 10 veces superiores en Japón", sentencia Hiroshi Okugaki, el orgulloso director general de esta fábrica. Canon quiere seguir fabricando en su país en un momento en que parece todo parece ir en su contra: el yen ha subido de manera escalofriante lo que ha hecho perder una gran competitividad a las empresas japonesas (Panasonic acaba de anunciar el cierre de varias fábricas en Japón), los competidores surcoreanos crecen de manera acelerada y Europa, su principal mercado, está en plena crisis, al igual que Estados Unidos.
"El mercado se está hundiendo, pero nuestra cuota no está bajando", defiende Tsuneji Uchida, presidente de Canon en una reunión con la prensa europea a quien la firma nipona no recibía en su país natal desde hace más de 15 años. "Por primera vez en 9 años, nuestras ventas y beneficios han descendido pero tenemos la liquidez suficiente para seguir adelante con nuestros planes", insiste Uchita quien no cree que se vean obligados a cerrar y que se muestra dispuesto a cumplir con sus previsiones de abrir dos nuevas fabricas el próximo año: una en Virginia (EE UU) para la producción de tonner, donde ya están instalados, y otra en Europa, aún por determinar en exactamente en qué país.
Uchita no descarta que si la situación económica empeore, Canon tenga que dar marcha atrás o atrasar algunos de sus planes. "Queremos producir cerca del consumidor, siempre y cuando sea ese la manera óptima", explica Uchita, quien también reconoce que gran parte de su producción se realiza en China y Vietnam, pero siempre con la filosofía de la mayor de eficiencia de los procesos sin renunciar a la calidad.
La eficacia de los costes es sólo una de las patas de una estrategia, que está combinando con la diversificación de nuevos productos. En este punto, Canon está preparando su entrada en el mercado de monitores LED orgánico y LCD, después de digerir la compra de dos compañías.
Pero su lanzamiento más importante para los próximos meses está relacionado con los equipamientos médicos: a mediados de 2009 espera empezar a comercializar el primer equipo de rayos capaz de captar imágenes en movimiento.
Otra de sus principales área de crecimiento son las impresoras de gran formato, un negocio que está experimentando grandes crecimientos, y donde Canon cuenta con entrar en nuevas áreas con innovadores sistemas para pósters comerciales y publicitarios.
En contraste, el terreno de las cámaras de fotos se presenta con más incertidumbre. Canon es el primer fabricante en este negocio, pero las perspectivas se muestran difíciles en los mercados desarrollados donde las ventas empiezan a estabilizarse después de años de grandes crecimientos, y donde un yen fuerte que puede hacer subir los precios, una idea que no gusta a Canon.
"De momento no hay nada que indique que vayamos a subir los precios en ese sentido, pues no hay presiones ni de Sony y otras compañías japonesas", resalta Ryoichi Bamba, presidente europeo de la compañía.
Su receta en este negocio, en el que Canon se siente seguros gracias al éxito de sus compactas Ixus, va a seguir siendo diseño, innovación y tecnología. Canon recuerda que su gran valor añadido son sus lentes, que llevan creando desde 1937 cuando fue la primera empresa japonesa en lanzar una máquina 35 milímetros capaz de competir con las alemanas, y todas las tecnologías que usan son totalmente propias.
Una estrategia valiente pero difícil de cumplir en estos tiempos de terremotos financieros.